Y después de cuarenta años y 2.929 días apareció: blanca, radiante, efímera, incandescente. Y la vi y nos vimos y el mundo se vistió de dieciocho primaveras de nuevo. Nos encontramos en ese lugar donde el rio sin agua y el mar _ siempre azul de Málaga_ se besan a hurtadillas en las calurosas noches de la Virgen del Carmen.Nos amamos casi sin darnos cuenta, como adolescentes en Romería, quizás con la premura de los amantes en su primera noche de amor, pero también con la exultante lujuria del deseo mil veces reprimido.
1.400 días después nos separamos. Ella creía que ya no la amaba y yo creí que ya la había amado bastante.