domingo, 24 de enero de 2010

Natalia

He leído tu carta, Natalia, y no he podido menos que volver a sentir rabia e impotencia ante la sinrazón, injusticia e iniquidad que se está cometiendo contra ti y contra muchos millones de españoles en España. Desgraciadamente no me sorprende. Más me asombra la inacción de la sociedad civil española y de los jueces ante esos desafueros cometidos contra menores.

Debo decirte, no para que te conformes con el manido "mal de muchos consuelo de tontos", sino para que tomes ejemplo de firmeza de carácter y de valor moral, que tu situación no sólo la sufren millones de niños en España en estos momentos. Empezó ya en la etapa de Transición española, allá por el año 1976.

Tengo un sobrino, no le digas lo que te cuento, que no le gusta recordarlo, hijo de un matrimonio mixto: catalán-Andaluza, que dos meses antes de cumplir los nueve años, en 1982, volvió a la Escuela pública donde recibía clases y se encontró con que ese año las clases eran en catalán. Desde ese momento, como comprenderas, no volvió a enterarse de nada de lo que le explicaban en clase, y no digamos de sus resultados en los exámenes. Pasados unos años en blanco volvió a Andalucía y en el nuevo colegio no entendían cómo podía tener ese lapsus de conocimientos y, a pesar de recibir una atención especial por parte de los profesores y un esfuerzo sobrehumano por parte de sus abuelos para intentar que recuperara todo ese tiempo perdido, no había manera. "A este niño le estorba lo negro" decía el abuelo, refiriendose a su aversión por leer. Al final tuvo que abandonar. Terminó a duras penas la enseñanza obligatoria y se puso a trabajar.

Cumplidos los veinticinco años, sin embargo, y gracias a su fortaleza de carácter e inteligencia natural, masacrada por los intolerantes catalanistas, se dió cuenta de que tenía que abrirse un hueco en la vida a través del esfuerzo y labrarse un porvenir que le había sido negado. Preparó con inmenso esfuerzo el acceso a la Universidad para mayores de veinticinco años mientras seguía trabajando, accedió a la Universidad y terminó su carrera Universitaria. Ahora es un hombre de provecho que usa sus conocimientos para su trabajo y que incluso ha sido capáz de sortear esta crisis económica y sobre todo la lacra del paro. No se parece en nada al 90% de los inútiles políticos que están ahí porque no eran capaces de hacer otra cosa, ni de ganarse la vida honradamente trabajando, los mismos culpables de que ocurran estas injusticias en esta nuestra pobre España, y más con el agravante de que sean niños, todos con futuro y todos inocentes.

El fondo del asunto, Natalia, creo que tiene mucho que ver con el sentimiento de propia insignificancia que tendrían esos pobres aprendices de políticos si todos los niños de España, sin excepción, estudiaran en la Lengua de su País y tuvieran un buen plan de estudios, porque así estarían lo suficientemente cultivados para darse cuenta de que sus destinos los quieren regir
incultos, vagos y depravados, que serían expulsados de sus puestos y se tendrían que ganar la vida trabajando honradamente, y ellos no saben lo que es eso y además no saben trabajar, y además no están ilustrados, y serían los únicos que engrosarían las listas del Paro y vosotros como si sabríais qué hacer, les daríais un subsidio.

Te deseo lo mejor y que ese futuro ilusionante, pero quizás un poco iluso, os llegue muy pronto a todos los niños y niñas de España por el bien de todos.

Rafael

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